jueves, 24 de noviembre de 2011

El Necronomicón

De haber existido, el Necronomicón sería el best-seller de los libros jamás escritos. Encuadernado en piel humana y escrito con sangre, el Necronomicón era un supuesto códice ocultista para invocar a los primordiales, entidades demoníacaón del ser humano. El ficticio autor de tan macabra obra era Abdul Alhazred, un árabe del siglo XII, que enloqueció tras pasar cuatro años vagando por unas cuevas subterráneas, donde se supone que habÌa descubierto la existencia de ìlos primordiales. La primera persona que mencionó el Necronomicón fue el escritor Howard Philip Lovecraft en su relato "El sabueso", publicado en 1922. Las referencias a este libro blasfemo y maldito (con la facultad de enloquecer a todo desdichado que osara leerlo) fueron constantes en la obra del escritor de Providence.
 
 Constantes y minuciosas, ya que Lovecraft llegó incluso a escribir la cronología del Necronomicón, en la que detalló cómo, a través de los siglos, fue pasando por las manos de diversos personajes (monjes, traductores, coleccionistas...) hasta acabar desapareciendo misteriosamente. Como era de esperar, los rastreadores de rarezas se pusieron tras la pista del libro. Una pista que no conducía a ninguna parte, ya que, como el propio Lovecraft confesó en 1943 en una carta a su editor, el libro blasfemo no existía; era una invención suya, para darle credibilidad a sus relatos terroríficos. Pero la confesión del propio Lovecraft no sirvió para poner fin a la leyenda, ya que muchos aficionados a la literatura de terror siguieron creyendo en la existencia del libro. Jorge Luis Borges confesó cómo con dieciséis años, fascinado por la obra de Lovecraft, recorrió las bibliotecas de Buenos Aires buscando el libro maldito? Lógicamente, no lo encontró; pero, ya que no pudo volver a su casa con un libro de recetas mágicas, lo hizo con otro de recetas de cocina, para que la salida no hubiera sido en vano. La anécdota de Borges ejemplifica la fascinación que el "Necronomicón" ha ejercido y ejerce sobre miles de lectores. Fascinación que compartió René Chalbaud, catedá·tico de Literatura de La Sorbona de París, a quien en 1971 casi le dio un síncope cuando en la biblioteca de la Universidad encontró una amarillenta ficha que indicaba que existía un ejemplar del libro entre los fondos sin clasificar. La noticia corrió como la pólvora, y a la Universidad acudieron decenas de investigadores atraídos por el hallazgo, como moscas a la miel. Debió ser divertido ver la expresión de sus rostros cuando descubrieron que todo había sido una broma de un alumno con ganas de burlarse de sus mayores.


jueves, 17 de noviembre de 2011

libro recomendado de la semana



EL CAMINO: MIGUEL DELIBES

                                                       SINOPSIS:
Daniel el Mochuelo intuye a sus 11 años que su camino está en la aldea, junto a sus amigos, sus gentes y sus pájaros. Pero su padre quiere que vaya a la ciudad a estudiar el Bachillerato. A lo largo de la noche que precede a la partida, Daniel, insomne, con un nudo en la garganta, evocará sus correrias con sus amigos -Roque el Moñigo y Germán el Tiñoso- a través de los campos, descubriendo el cielo y la tierra, y revivirá las andanzas de la gente sencilla de la aldea. La simpatía humana con que esa mirada infantil nos introduce en el pueblo, haciéndonos conocer toda una impresionante galería de tipos y la fuerza con que a través de rasgos frecuentemente caricaturescos se nos presentan siempre netos y vivos es uno de los grandes aciertos de esta novela. Feliz evocación de un tiempo cuyo encanto y fascinación advertimos cuando ya se nos ha escapado entre los dedos, EL CAMINO es, por su amalgama de nitidez realista, humor sutil, nostalgia contenida e irisación poética no sólo una de las mejores novelas de Miguel Delibes, sino también, como señalara la crítica, «una de las obras maestras de la narrativa contemporánea».

jueves, 10 de noviembre de 2011

LIBRO RECOMENDADO DE LA SEMANA


              
"El maestro de esgrima, escrita en 1988, segunda novela de Arturo Pérez-Reverte".


SINOPSIS:

Don Jaime Astarloa es uno de los pocos maestros de esgrima que quedan en la España de finales del siglo XIX. El general Prim acecha ya al gobierno de Isabel II y la revolución es el tema de las tertulias de café. Don Jaime, ya avanzado en edad, subsiste dando clases a algunos pipiolos y a su buen amigo Luís de Ayala-Vallespín, marqués de los Alumbres. Dedica su tiempo libre a la que ha sido la obsesión de toda su vida: hallar la estocada perfecta. Un día, una misteriosa mujer, Adela de Otero, se presenta reclamando los servicios del maestro. No solo eso; además quiere que le enseñe la estocada de los doscientos escudos, uno de los movimientos más efectivos ideados por el maestro. Lo que Jaime Astarloa ignora es el verdadero motivo por el que Adela de Otero ha acudido a él. El secreto de un importante escándalo que podría salir a la luz está de por medio, y Don Jaime, chapado a la antigua, se verá de pronto envuelto en una complicada trama de engaños y asesinatos.
El maestro de esgrima es una novela inscrita no solo temporalmente si no también en estilo en el Realismo de finales de siglo XIX. Reproduce con bastante fidelidad las mismas características, la típica tertulia, el trasfondo del conflicto político, los cuadros de sociedad en los que la ciudad y en este caso la capital son el escenario imprescindible, etcétera. Con eso, y con ser una sugerente historia de conspiración y crímenes con el acero de los floretes como guía (cada capítulo es el nombre de un movimiento de esgrima).

lunes, 7 de noviembre de 2011

V PREMIO INTERNACIONAL DE NOVELA NEGRA -RBA-

Imagen       PATRICIA CORNWELL: Niebla roja ( un caso de la doctora Kay Scarpetta ).

            SINOPSIS:  La doctora Kay Scarpetta, reputada patóloga forense, directora del Centro Forense de Cambridge (Massachusetts) y colaboradora del Departamento de Defensa, se encuentra ante una difícil encrucijada: la resolución lógica de una serie de brutales asesinatos que está cometiendo una retorcida mente criminal en Savannah (Georgia) y su instinto de mujer, que le dicta normas que van más allá de las pruebas imputables y de la ciencia forense. Lejos de su laboratorio, Scarpetta deberá confiar más en su intuición que en las avanzadas técnicas forenses que habitualmente utiliza para esclarecer las más macabras e incomprensibles muertes que un ser humano pueda llegar a cometer.
¿Será capaz de resolver este nuevo caso aun cuando su reputación e incluso su vida también están en juego?

jueves, 3 de noviembre de 2011

ESCRITORES SUICIDAS






"Morir
Es un arte, como todo
yo lo hago excepcionalmente bien.
Tan bien, que parece un infierno.
Tan bien, que parece de veras.
Supongo que cabría hablar de vocación."







       SYLVIA PLATH
        
           Nacida en el barrio de Jamaica Plain en Boston el  27 de octubre de 1932. Su vida, tal como aparece descrita en la extensísima colección de cartas escritas a su madre Aurelia Schober entre 1950 y 1963 y publicadas en 1983 por la editorial Faber and Faber con el título de Letters Home, fue siempre atormentada, pletórica de actividad febril y caracterizada por la búsqueda de la perfección aun a costa de la propia salud. La relación con sus padres fue siempre atormentada y difícil. Especialmente con su padre, de quien llegó a decir: “era un autócrata… yo le amaba y le despreciaba a la vez, y probablemente deseé muchas veces que estuviera muerto.” Llegó incluso más lejos configurándole en el conocidísimo poema “Daddy” (“Papaíto”), como un personaje ario y antisemita, influida sin duda por su origen alemán.
          A los 19 años intenta suicidarse por primera vez por ingesta de tranquilizantes que sólo le producen una pérdida de conocimiento. Tras la terapia de electroshocks llega una lenta recuperación y poco a poco todo vuelve a la normalidad. Plath reflejaría todas estas vivencias en su novela autobiográfica La campana de cristal (Edhasa). Esther Greenwood, la protagonista, y Sylvia Plath coinciden en sufrir disociaciones, fragmentaciones y parálisis psicológicas.
          Años más tarde, ya en Inglaterra donde había acudido con una beca Fulbright, conoce al joven y prometedor poeta Ted Hughes, con el que se casa en 1956. Juntos vivieron unos años muy intensos literariamente. En 1959 nace su hija Frieda y es entonces cuando escribe La campana de cristal.
          Por aquel entonces, su matrimonio estaba ya muy deteriorado. Ella no podía tolerar la constante infidelidad de su marido, vinculado sentimentalmente entonces a Assia Wevill, una escritora judía que, curiosamente, también se suicidó mas tarde.El matrimonio Hughes se separa y Sylvia permanece en Londres, sola, con los dos hijos de la pareja. Experimenta frecuentes y extremos cambios de ánimo: tan pronto se lamenta de su soledad, su falta de dinero, los pobres resultados que encuentra en su poesía o su añoranza de Ted Hughes, como celebra exaltada la independencia poética al no estar sometida a la tiránica influencia expresiva de la obra de su marido, y no estar ya bajo su constante sombra
          Una mañana de un helador febrero, la tristeza, la sobrecarga de trabajo, la enfermedad, la soledad y la angustia hacen presa en ella y decide abrir la espita del gas, muriendo asfixiada  el 11 de febrero de 1963 a los treinta y un años.